Fue el año feliz en que nacieron Johann Sebastian Bach y Georg Friedrich Händel, mis dos grandes referentes musicales junto a Claudio Monteverdi, fallecido cuatro décadas antes, y de Richard Wagner, que llegó un siglo y medio después; y también nació aquell año Domenico Scarlatti, que no es uno de mis compositores predilectos, pero no lo podía dejar fuera de un apunte evocador de la gloriosa fecha barroca. Allá van pues, desde la nube electrónica del siglo XXI hacia donde se encuentren los músicos nacidos en 1685, las tres pinturas de debajo.
[Clic en las imágenes para ampliarlas en ventanas emergentes.]