Tal como explico en mi apunte anterior sobre la Casa de Usher, Ligeia es el segundo relato de Poe que me ha incitado a pintar: en concreto, me ha sugerido tres cuadros inspirados en las últimas escenas de la obra, aquellas en que el espíritu de la esposa muerta del protagonista pugna por volver del reino de las sombras, llevada por “su salvaje deseo de vivir, vivir, solo vivir”, a través del cuerpo de su segunda cónyuge, la infortunada Rowena.
Las escenas transcurren en el ambiente ominoso y enfermizo de la habitación de la torre, entre efluvios opiáceos y fulgores siniestros sobre los muros, los tapices y el mobiliario de la estancia, dominada por los tonos dorados y negros. . [Sigue más abajo.]
En el primer cuadro la presencia de Ligeia es tan solo una intuición, una promesa, una amenaza. En el segundo cuadro de la serie, Ligeia comienza a materializarse, como una especie de precipitado de las sombras, en una sobreposición de identidades con Rowena. En el tercero, Ligeia se manifiesta abiertamente, victoriosa, anulando a Rowena… y nos cuesta imaginar qué podría suceder luego, qué situación horrible se habrá engendrado, siempre que todo no haya sido sino un delirio provocado por el opio. [Clic en las imágenes para ampliarlas en ventanas emergentes.]