En el templo de Bixnar, la ciudad de los sueños de Isidor —el protagonista de la ópera fantástica Maúlla el gato autómata en el tejado, de la que hablo en el apunte anterior—, se adora a un prisma de cambiante fulgor iridiscente como mensajero, símbolo o encarnación del dios de la ciudad. Esta pintura evoca el templo que Isidor visita de noche, ya convertido en un habitante de Bixnar, para rendir culto al prisma, mientras
[…] vibra el templo con un oscuro palpitar: son los tambores rituales de la oración nocturna.