Me propusieron que me inspirase en la Partita segunda para violín solo de Bach, y más en concreto en la Chacona, para hacer una pintura. Lo intenté tres veces, escuchando y habiendo escuchado unas cuantas versiones de la Chacona, de la Partita entera y también de las otras dos partitas y las tres sonatas para violín solo, y esto es todo lo que conseguí. No es en absoluto una “versión” en dibujo y colorines de la música bachiana, que no se deja manipular, revolver ni reinterpretar fácilmente: Bach es demasiado abstracto, demasiado racional; se encuentra bien y felizmente lejos de toda demagogia de la emotividad, la sensibilidad y el sentimiento. No es Bach, pues, ni nada que se le asemeje; pero algo hay de Bach, sin duda, algo ignoto e inexpresable se coló mientras realizaba el dibujo y aplicaba los colores. Y si no es así, tanto da; aquí van las pinturas, con Bach o sin Bach.
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Debajo de estas líneas se puede escuchar la célebre Chacona en tres versiones bien diferentes, cortesía de YouTube: la primera, de 1954, a cargo del mítico violinista ucraniano Leonid Kogan; la segunda, en transcripción para laúd, interpretada por Hopkinson Smith (1988), y la última, en la versión para piano de Johannes Brahms, interpretada al clave por Jean Rondeau. Obsérvese la singular sala de conciertos en que el joven músico francés sirve las notas bachianas incluidas en su primer álbum discográfico, de 2015.